Aspecto de las laderas del sur de Anaga |
El piso basal abarca desde el nivel del mar hasta los 500 m de altitud, predominando en su composición florística las plantas bien adaptadas a los ambientes xéricos. Y no es para menos, pues las especies de esta zona deben enfrentarse a altas temperaturas durante casi todo el año con medias de más de 20º, a la escasez de precipitaciones, con menos de 300 mm anuales, y a una alta insolación.
En Anaga, el piso basal se caracteriza por ser una zona de abundante matorral, más tupido y rico en especies cuanto más arriba estemos. A partir de los 300 m aprox. se suman a su cortejo especies propias de los bosques termófilos.
Las comunidades predominantes son los tabaibales amargos dominados por la tabaiba amarga Euphorbia lamarckii y los cardonales de Euphorbia canariensis. Los tabaibales dulces de Euphorbia balsamifera, por su parte, sobreviven en zonas de influencia marina de los valles de San Andrés, El Bufadero o la Punta de Anaga, destacando las formaciones de la RNI de Ijuana. Los matorrales de sustitución están compuestos por inciensales, vinagrerales y cerrillares, que se desarrollan en antiguas huertas y terrenos roturados.
Tabaibal dulce |
La vegetación acompañante es variada y rica en endemismos, tanto canarios como locales. Así, en las zonas más bajas y secas abundan los balos Plocama pendula, magarzas Argyranthemum frutescens, A. lemsii, verodes Kleinia neriifolia, aulagas Launaea arborescens, inciensos Artemisia thuscula, matorriscos Lavandula canariensis, L. buchii, cornicales Periploca laevigata y vinagreras Rumex lunaria. En las zonas más altas encontramos chagiles Convolvulus floridus, jaras Globularia salicina, tajinastes Echium leucophaeum, E. strictum, cabezotes Carlina salicifolia, esparragones Asparagus umbellatus y tasaigos Rubia fruticosa, siendo muchas de estas especies ya más típicas de los matorrales termófilos.
Matorrales del piso basal |
En cuanto al estrato herbáceo predominan los gamonales Asphodelus ramosus, junto a diversas bulbosas: Pancratium canariense, Scilla haemorrhoidalis o Drimia maritima, y gramíneas como Hyparrhenia hirta, Cenchrus ciliaris, Tricholaena teneriffae, Lamarckia aurea...
Los riscos del piso basal, sobre todo los de orientación noreste, presentan una variedad florística destacable, con multitud de especies de bequeques —Aeonium ciliatum, A. urbicum, A. canariense, A. lindleyi, A. tabulaeforme—, pequeñas crasas del género Monanthes y beas Greenovia dodrentalis, algunas orquídeas como Habenaria tridactylites, angojas Sonchus acaulis, S. tectifolius, S. radicatus, helechos como Davallia canariensis, Polypodium macaronesicum o Selaginella denticulata, y siemprevivas Limonium macrophyllum, L. imbricatum.
La conservación del piso basal es relativamente buena en todo el macizo, destacando las abruptas laderas de los valles del sur, la Punta de Anaga y la zona entre Taganana y Punta del Hidalgo. Las zonas más alteradas son las márgenes de los barrancos del sur —Valleseco, Bufadero, San Andrés— debido a los asentamientos humanos y las carreteras, así como toda la zona baja del Arco de Taganana, intensamente explotada por la agricultura en épocas pasadas. El pastoreo, actividad aún viva en el macizo, ha sido también una mediada de presión para esta flora desde época guanche, impulsando a sus especies a refugiarse en riscos, andenes y roques casi inaccesibles.
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