Cumplida un año más la tradición de enramar y honrar a nuestros parientes fallecidos, vamos a aprovechar esta efeméride para hablar de los camposantos que existen en la Comarca de Anaga.
Cementerio de Taganana
La “capital de Anaga” enterraba a sus muertos en la Iglesia de Ntra. Sra. de las Nieves desde su construcción en 1507. Dado que el templo ya no podía soportar más enterramientos, fue proyectado un cementerio en 1850, siendo construido finalmente en 1868 en La Degollada, bajo La Montañeta, continuando hoy día en activo.
En este cementerio tenían su sepultura todos los vecinos de la jurisdicción de Taganana, esto es, desde Taborno hasta la Punta de Anaga (estos últimos hasta 1937, véase Cementerio de la Punta).
Cementerio de San Andrés
San Andrés, como segundo gran núcleo tradicional del macizo, también ha contado con camposanto desde sus orígenes allá por el siglo XVI, pero ha sido trasladado hasta en tres ocasiones. El último cementerio fue construido en 1893 en terrenos cedidos por varios vecinos en la zona de Traslarena, tras la epidemia de cólera morbo que causó muchos muertos en el pueblo. Fue cerrado en 1967 con motivo de los intereses económicos de la, por aquél entonces, proyectada Playa de Las Teresitas.
En los diferentes cementerios que tuvo San Andrés se enterraba a los vecinos de la antigua jurisdicción del Valle de San Andrés, desde El Bufadero hasta Igueste.
Cementerio de Igueste de San Andrés
Hasta el año 1889 los vecinos de Igueste eran enterrados en San Andrés, pero en esa fecha sufrieron una epidemia de fiebres palúdicas que les obligó a crear su propio camposanto. Se construyó sobre la costa, en un pequeño rellano del risco.
Este cementerio aún continúa en activo.
Cementerio de la Punta
La Punta de Anaga cuenta con un cementerio propio desde 1937, en que un grupo de vecinos lo edifica con ayuda del ayuntamiento de Santa Cruz. Hasta esa fecha los fallecidos eran trasladados hasta Taganana, lo que era una tarea realmente impresionante.
Este pequeño cementerio, en cuyo suelo aún se entierra, se construyó en el lugar denominado Llano del Bailadero, por lo que podemos considerarlo doblemente sagrado (por lo católico y por lo guanche).
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